jueves, 16 de diciembre de 2010

"Niebla pálida y sutil
que en alas vas de los vientos"...

(Versos con los que inicia Enrique Gil y Carrasco su poema Niebla)






La casa en la que se establecieron mis abuelos maternos estaba junto a la presa de la Martina en el barrio de Flores del Sil.
Decía Antonio Machado que Londres y Ponferrada eran dos buenos lugares para marcharse. Desde los campos de Castilla que cantara el poeta, sin embargo, emigraron mis abuelos con ocho de sus nueve hijos. El noveno, nació en la casa de Flores del Sil. Un barrio a las afueras. Un barrio obrero.

Imagino que la Ponferrada de principios del siglo XX debía ser una cuidad realmente fea para que el poeta la comparara con el Londres victoriano, donde además de la niebla, se concentraban las clases trabajadoras en barrios humildes y en condiciones insalubres.
Hoy en día, Ponferrada ha superado ese complejo de fea, desaparecida la montaña de carbón y aquel polvillo negro que ensuciaba calles y fachadas. Y aunque el Sil no es el Támesis, hay algo que siempre hermanará Londres con Ponferrada: la niebla. Quizás esa fuera una de las razones por las que al poeta andaluz, le disgustaban las dos ciudades.




Siendo una niña, las Nieblas de la Purísima descendían invariablemente el 8 de diciembre durante nueve días seguidos, sin tregua. El mundo desaparecía en un pozo algodonado de gris sucio y carbonilla. La escasa iluminación de las farolas daba un aspecto fantasmal a las calles. No había manera de librarse de la humedad.
Esa visión borrosa y alucinada de la realidad producía angustia hasta al más templado carácter. Llegando el octavo día, las nieblas pesan físicamente como una losa opresora y gélida.

Recuerdo que haciendo uso del uso de la razón (derecho que en mi infancia se atribuía automáticamente después de la Primera Comunión y que entre otras responsabilidades incluía "viajar" a casa de mis abuelos cogiendo el autobús) bajé a Flores del Sil para recoger algunas labores de costura que mi abuela arreglaba a mano y mi madre remataba con la máquina de coser.
Además de la helada, que en ausencia del sol espejaba el suelo con un barniz ennegrecido y resbaladizo, la niebla estaba en su nivel más bajo. Era un sábado y ya llevábamos viviendo muchos días como si fuera noche cerrada.

Junto a la presa de la Martina, la atmósfera era todavía más irreal. Apenas cien metros separaban la parada del autobús de la casa de mis abuelos. Caminaba a ciegas, evitando como podía los socavones, pegada a las fachadas de las primeras casas. No había aceras ni alumbrado público . La única forma de caminar en línea recta, sin apenas visibilidad, era orientarse con los tímidos destellos de una bombilla que colgaba de algunas fachadas y que en condiciones normales, a duras penas, daba la luz justa para adivinar la cerradura del portal.

De pronto, desapareció cualquier referencia y me encontré braceando como un náufrago en mitad de alguno de los descampados. Por un momento, me pareció que estaba soñando .


A mi derecha, la silueta de las fachadas se desvaneció. Quería gritar pero no me salía la voz. A mi izquierda, la niebla envolvía con su densidad viscosa los esqueletos de los árboles. La presa no traía mucha agua; y si la traía, la niebla filtraba su sonido como si el caudal fluyera con sordina.
Ciega y aturdida avancé escorándome peligrosamente hacia el terraplén de la presa.

Siempre he sentido una atracción fatal, involuntaria y traumática con las aguas, sean dulces o saladas, desde que dando mis primeros pasos, aterricé de cabeza en el interior del caldero de fregar el suelo; afortunadamente, antes de que mi madre hubiera echado lejía al agua y quedé encajada hasta los hombros.

Pero en aquellos momentos de pesadilla, había algo que me aterraba más que caer rodando al canal: las ratas.
Era frecuente verlas a plena luz del día emerger de la miasma y colarse a través de los agujeros de una portezuela metálica anclada al suelo por la que se echaba el carbón a los sótanos de las casas.
Mis peores presagios se cumplieron. Allí estaba… ¡la madre de todas las ratas!... asquerosamente peluda y del tamaño de un conejo. Hocicaba entre restos de basura. Frené en seco, paralizada del susto. Aquel bulto enorme, amorfo y repugnante emitió un chillido de advertencia; y lejos de huir, se me fue aproximando con un merodeo tan lento que me pareció una eternidad, hasta pararse a un palmo de mis pies.

Como nunca en mi vida, escuchar las detonaciones del tubo de escape de la Vespino de mi abuelo me sonó a música celestial y atisbar la luz temblona y zigzagueante del faro de la moto fue como esa percepción de seguridad que relatan los que dicen haber vuelto del más allá… la luz al final del túnel. Ni rastro de la rata.

Alarmado por mi tardanza, mi abuelo había salido a buscarme. Presa del pánico y de la angustia contenida, rompí a llorar nada más verle. Entonces, me subió en la moto y me tapó con una especie de pantalla de hule que usaba para resguardarse del frío.
Entre pucheros le conté a mi abuela la odisea. Ella trató de restarle dramatismo a mi relato y exclamó:” ¡Maldita sea la dichosa niebla!”.
Fue entonces cuando mi abuelo consultó el reloj. "Llegamos por los pelos"-murmuró. Dirigiéndose a mi abuela le reclamó la bolsa que me tenía preparada y la tranquilizó. Él mismo me llevaba de regreso a casa. Cuando abuela salió de la cocina, abuelo se puso la gorra y mientras me retiraba el flequillo de los ojos me cuchicheó en tono confidente, bajando un poco la voz para que mi abuela no le oyera: “ …Pero primero te voy a llevar a ver el mar, para que se te pase el disgusto”. ¿El mar?

Tomamos el autobús y en lugar de bajarnos en la parada más cercana a mi casa, en la zona alta de la ciudad, agotamos el trayecto hasta las proximidades de Montearenas, la última parada que moría en el cementerio nuevo.
Sin soltarme de su mano, ascendimos sin prisas. Yo estaba impaciente y le preguntaba algo incrédula por el mar cada vez que se paraba para recuperar el resuello.
Cuando alcanzábamos el alto, noté que el mundo se aclaraba poco a poco…luego una explosión de luz me cegó. La luz que nos decía que siempre había estado ahí. El calor. Incluso el olor del sol. Todo por debajo de nosotros ¡era un mar! .Un mar de nubes intactas, limpias… Y a lo lejos un barco fantástico asomaba sus mástiles surcando el horizonte.



Emprendimos un descenso perezoso y callado. La entrada en el pozo fue igual de repentina…como un golpe en el pecho. Era la misma niebla pegajosa que habíamos dejado poco antes; pero nosotros éramos distintos.
No me pregunten por qué estoy hablando en plural de nuestros sentimientos… me pareció que…


En realidad, aún hoy, me lo sigue pareciendo.





Como viene sucediendo en los últimos años, aprovechando la proximidad del solsticio de invierno, los cables del poema acaban iluminando un relato, un casi cuento muy cercano a mis recuerdos de infancia.
En estas fechas siempre es bueno recordar que un poquito más arriba de la niebla que teje nuestros miedos e incertidumbres, que ensucia y distorsiona nuestra existencia... un poquito más arriba, brilla la Luz de la Esperanza. Y al calor de las palabras, mis mejores deseos para todos vosotros . Un abrazo y ¡FELIZ NAVIDAD!




lunes, 22 de noviembre de 2010

“En la antigua Escandinavia los exiliados se llevaban las puertas de su casa, a veces las lanzaban al mar y desembarcaban en el lugar donde las puertas encallaban. Allí construían su nuevo hogar. De este modo la puerta se convertía en el inicio de una nueva vida, en la entrada a un nuevo lugar, a un nuevo hogar. De símbolo del pasado se transformaba en el símbolo del futuro y, siempre, en una idea similar a las de patria, casa, mundo. Dicen que así se fundó Reykjavik en el año 874.”
Eduardo Cirlot. “Diccionario de símbolos”






¿Dónde hubo zaguán de sombra
y renovada lumbre?
Crecieron las zarzas
que estrechan los caminos,
el vaho húmedo y musgoso
franqueó con verdín el vano.

En estado de bruma
si te acercas
oirás la voz de los grillos,
letanía de sonajas
que penetran las ruinas
de un tiempo que se fue en manojos.

Hubo de sucederse el olvido
y guardar silencio
el asidero dulce de la aldaba.
Hubo de derribar los goznes
el puño apretado de un desconocido viento.

Pero nunca estuvo la puerta tan abierta
al olor ancho del campo
a las lindes sin pestillo
o al canto de un arroyo
cuando se cubre de pájaros.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La recuerdo de espaldas
como estampa prendida
en el entredós de una cortina,
prematuramente envejecida.

Así llega noviembre, ni se le oye.

La mirada perdida en el sendero
y toda la negrura
de su alma de secano
en aquellos ojos negros.

De espaldas, así la recuerdo,
con las manos cruzadas sobre el vientre
mientras la luz se ovillaba
en la espera
cuando la escuché hablar del duelo
y del color del frío amortajado
en un carruaje tirado por dos caballos,
del susurro de sotanas,
de la música solemne…

Luego calló
como tomando un aire de más peso
más definitivamente ausente
para no acabar nunca
de regresar del silencio...

Así llega noviembre.Ni se le oye.

lunes, 1 de noviembre de 2010

"Guantes mariposas"
Mary Jane Ansell






Porque me vienen grandes los guantes

juegan a engarzarse en mis dedos

las mariposas,

hacia esa silueta desnuda en la paloma.





miércoles, 13 de octubre de 2010

"Uno debe imaginar dichoso a Sísifo" (Albert Camus)

"El descanso de Sísifo"
Emilio Velilla (2003)







"Si seguimos subiendo la piedra con esa actitud juvenil que la sociedad espera de nosotros y premia, quizá nos preguntemos si esto es todo lo que la vida nos ofrece. A medida que nos vamos cansando con más facilidad, podemos preguntarnos con desesperación si éste es realmente el significado de la vida, si esto es todo lo que hay. [...]

Sísifo tenía que subir su pedrusco. Pero nosotros, los humanos, incluso aquellos que somos seguidores de Sísifo, podemos decidir si queremos seguir empujando el pedrusco o no. Porque podría ser el momento de abandonar la piedra cerca de la cima, de renunciar a la experiencia del esfuerzo heroico que hemos hecho a diario, para tomarnos un respiro y permitir que cobren vida otros aspectos de nuestro ser.
E incluso si decidimos seguir subiendo la piedra, tenemos la opción de hacerlo con una actitud diferente. En lugar de esforzarnos compulsivamente para conseguir alcanzar un objetivo único, podríamos elegir cuándo, al servicio de qué idea, y con qué actitud queremos empujar cada piedra que nos encontremos.

Puede que sea el momento de soltar la piedra para siempre y hacer algo diferente, algo que tenga sentido para nosotros en lo que nos quede de vida. Las dos son elecciones difíciles."

(Verena Kast)

sábado, 2 de octubre de 2010

LEONID AFREMOV


No dudan los ecos, palpan la humedad silente de las hojas.
Trazan el plano de la melancolía. Cada otoño.

Y siempre la lluvia

al otro lado de la cabeza

concede la promesa

de una luz turbadoramente exacta,

otros destellos ausentes

que anegando los huecos,

vayan anunciando

la mudanza.

lunes, 13 de septiembre de 2010



"Cuando se sueña en compañía de una vela, uno sueña dos veces"
(Gaston Bachelard)



"Flamma" (2003)
JOSÉ MARCHI SOLÍS



La noche era negra entonces,
nadie le hacía sombra
a la soledad nocturna.

A media luz
todo yace aletargado,
la memoria sueña
azogues de cera consumida.

Zigzaguea la llama
forjando un atavío
de penumbras y esplendores,
el pábilo se retuerce ennegrecido
proyectando una luz esclava en la pared.

A velar se pone el tiempo
en la llama misma.

Efímera lucidez
para eludir el engaño,
basta el soplo macilento
de la buena muerte
y la llama
muere,
durmiéndose.


martes, 24 de agosto de 2010




Últimamente solo pienso en nimiedades.

Hasta que no me he puesto a ordenar cajones después de acabar una pequeña obra en casa, no me he dado cuenta de que el confuso reino de mis emociones tiene muchos borradores. Garabatos de trazo desvaído que aparecen en lugares insospechados:
Una notita, escrita a lápiz en papel de seda, dentro del costurero. Puntadas sueltas que fueron a parar ahí y no recuerdo a santo de qué … Chamarilería de botones e imperdibles. Puntadas atrás. El tiempo tiñe de misterio las cosas.
Folios dentro de libros, en los cajones. Escritos antiguos en tinta azul decolorada por el tiempo sobre papel antaño recio y blanquísimo en el que aún se distingue la marca de agua del galgo. Trampas ingenuas, tachaduras, laberintos de forma y sentido. Libretas escolares que mi hija va dejando casi intactas de curso en curso y voy aprovechando.

Me resisto a abandonar esa vieja costumbre de escribir a mano. Comprendo que los tiempos cambian y que cada vez se escribe menos, en el sentido estricto de la palabra. Yo ahora estoy escribiendo, pero en realidad estoy pulsando teclas. Pasando a limpio lo que hace unos días empezó como carteo [ combinación de tacto y sonido que produce una hoja de papel cuando se agita manualmente]...una suerte de arpegio a la manera que las aves despliegan las alas, y las prueban antes de iniciar el vuelo. (Pudiera ser que no sepa escribir si no de oído)

En cierto modo, este blog es heredero de aquellos viejos escritos de puño y letra. No todos fraguan… pero los he ido guardando como se guarda un amuleto. Nunca me dio por escribir un diario al uso. Lo más parecido es la correspondencia amorosa entre mi marido y yo, durante los treces meses que estuvimos separados cuando hizo la mili. Dicho así, lo de correspondencia amorosa, suena ridículo. Seguramente porque es ridículo. Pero como dijo Pessoa No serían cartas de amor si no fuesen ridículas.

Es curioso, encontrar esas cartas que durante tantos años han estado guardadas bajo llave, me ha hecho pensar en las escasas huellas que deja el velocísimo correo electrónico, y en que una carta es capaz de atravesar los años con su aroma de sentimientos detenidos. Para muchos, forman parte de su educación sentimental. Ahora las palabras no conocen reposo, ni se ensimisman, ni se remansan: viven fuera de sí, exiliadas… se han convertido en palabras eléctricas. Es una pena porque la comunicación se vuelve fría e impersonal y pierde la calidez que proporciona el trazo sobre el papel.

No es que añore aquellas cartas, ni el sabor amargo de los sellos ensalivados de nostalgia… pero a veces echo en falta el encanto de las cartas manuscritas, en las que caben todos los sentimientos, por contradictorios que parezcan.

"Cuando las cartas eran manuscritas, lo que leías en ellas resultaba más fiable. Tener el trazo dibujado por la mano de otra persona, con su firmeza o sus temblores, era como tener un signo adicional, algo que a lo mejor no descifrabas conscientemente, pero que de forma inconsciente te permitía intuir la verdad o la mentira de lo que te escribían. Pero ahora, con los textos electrónicos, que no te consta cuantas veces han sido reescritos, que siempre son rectilíneos e impecables, quién sabe cuándo le mienten y cuando le abren el corazón" ( “ La reina sin espejo” de Lorenzo Silva)

Pero no desesperemos, también en el presente hay poesía: el riachuelo escrupuloso de lo efímero, el vaho de cada día en la ventana.



domingo, 15 de agosto de 2010

“Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo está creciendo todos los días
entre el fuego y el amor.”
(Carlos Drummond de Andrade)



"Horizonte rojo"
Peter Wileman




Se incendia el horizonte
en las afueras,
como serpiente camuflada
al borde de una tapia
crepita la tarde, roja,
mordida de muerte.

Como lengua de fuego
lame el óxido las campanas,
ventean ya los perros
el aliento descarnado
de las cenizas.



jueves, 29 de julio de 2010





“Sea tolerante con los rezagados, / aquellos que no entiendan su alegría, / ni sus dudas, ni su nuevo deleite: / el placer de buscar en lo infinito / una sombra de un árbol en la brisa”.
(Joaquín Pérez Azaústre)


"La mañana después del Diluvio" (1843)
Turner




“Y ella es Marian, también poeta…” (...)

¿Qué cómo me sentí?... Rara. Me sentí extraña- querida Claudia. No digo que no me agradase la presentación. Molarse de vez en cuando está bien, es un buen ejercicio. Pero ya me conoces, no me siento cómoda en público. Hoy circulan los poetas, no sus libros. Me doy cuenta que a algunos les consuela que se hable de ellos como de una élite endogámica.Con la Poesía, ya se sabe...
¿Y para qué poetas en tiempos de penuria? ya lo dijo Hölderlin...
Aunque no cotice en bolsa, para algo servirá la Poesía, digo yo. Tenaz como la mala hierba, es como la entiendo, capaz de sobrevivir a la ingratitud del mundo… y al empeño de algunos de sus veladores. Comprende más la Poesía el que no la entiende que el que trata de explicarla, créeme.

Pero me dices que no sabes leer Poesía. “A los pocos versos me siento cohibida. ¿ Debo sentir algo especial?...¿Y si no lo siento?... Y termino más bien aburrida, sin ganas de seguir buscando ese algo más que por lo visto se esconde allí. Y siento pena porque no alcanzo a imaginar esos desconocidos paisajes”.
Te entiendo. Dicen que solo leen poesía los poetas y no siempre se entienden entre sí… No vayas a creer que yo sé leer poesía muy bien. Pero lo que sí he ido aprendiendo -con los libros, pero sobre todo con la vida- es que no se lee en vertical. Hay que leerla hacia dentro. ( La inspiración es como el gesto necesario que nos lleva a la revelación). Y que leí poesía durante muchos años sin darme cuenta, antes de confundirla exclusivamente con palabras. El verbo leer es equívoco.

Claro que hay gente a la que no le gusta la Poesía ( o cree que no le gusta) pese a ser un gran lector de narrativa. No pasa nada. Todos aquellos que tienen un interés en ahondar en la literatura prueban con la poesía alguna vez y si superan ciertos hábitos lectores y algún que otro prejuicio… intuyen la peculiar dialéctica de cercanía y distancia, identidad y otredad, que caracteriza la articulación del poema.

De entrada, Claudia, te diría que no hagas nada excepcional. Pensar que el misterio está encerrado ahí, enjaulado entre barrotes de tinta impone y asusta un poco, lo se. El poeta nunca entrega una física verdad. No es ese el empeño. “En el principio fue el Verbo"-dicen- ¡Pero ha diluviado tantísimo desde entonces…!

Con paciencia descubrirás que las palabras son la llave que abre el alma a la esperanza, a esa luz que te alumbra y que de vez en cuando crees percibir en ese espacio de silencio que dejan las palabras entre si. Ese lenguaje impregnado de gozo, de dolor y belleza se abre poco a poco. Ese espacio de silencio “es la vista y el oído de uno mismo desde el interior, con ojos emocionales, y en la voz emocional del otro: yo me oigo en el otro, con otros y para otros." (Batjín)

Déjate llevar. Cambia las gafas de siempre por lentillas de colores si es preciso. Pero fija tu mirada en el asombro que es la vida...

Los versos que nos salvan
ocultándose en lo abierto,
como la vida que acampa
entre la muerte…

En cualquier detalle de ese asombro, por insignificante que parezca.
Contempla cuanto te rodea. Escucha a quienes te rodean.
Puede que te fijes en la ceniza del olvido, o en la brasa que consume en humo las horas de los días; en el resplandor anaranjado de la tarde que te deslumbra cuando vas en el coche… pero escucha el sonido que lo nombra "ocaso", escucha como se pierde en los rincones del alma.

Claudia, cuando se es tan joven como tú, es fácil desanimarse si no entiendes algo a la primera. No lo pretendas, pero no desistas. En poesía -como en el amor- lo mejor(a pesar de lo que digan)se alcanza con el paso de los años. Nunca un poema será siempre el mismo poema, como tampoco se vuelve a repetir una misma caricia, o se respira la misma brisa. No te des por vencida. Descubrirás que un poema tiene su provisión y su paciencia. Como un beso deseado. Es el preámbulo…



sábado, 17 de julio de 2010

Nadie sabe el nombre
de esas mariposas blancas.
En sueños, apenas rozándolas,
vagan extranjeras en Babel.

No esperan que las nombre.
Saben que me cuesta hablar
de los seres, cuando despierto.





Me dices que ando echada hacia adentro,
ensimismada… (Es largo de contar).

Como una nubecilla evanescente
me sigue a todas partes
un enjambre de polillas,
el batir proceloso
de unas alas invisibles.

Es posible que en el balcón de la noche
esperen a que me quede dormida
y pululen- noctámbulas-
hojeando un diccionario.

No se qué luz las imanta, ni qué las apacigua
¡Es tal su insistencia!

Me dices que sin darme cuenta pongo cara de pensar,
que me cambia el acento. "¿Has visto?" …

Será que me paso la noche recortando palabras para ellas.
No es fácil, hay palabras que no se dejan troquelar:

Amainar- Bolero - Conticinio - Derrubio

A veces las sorprendo y me persiguen

Jaraneras-Lúbricas-Maduras-Ingeniosas-Reticentes...

Sin fruncir el ceño se dejan asir aquellas

Mansas-Menudas-Núbiles …

La mayoría tienen muchas piernas
letraheridas por la herrumbre,
cesantes.
Esas- las más queridas-me susurran
bajo las sábanas.

Me da por pensar que las sueño;
mas no se qué las imanta ni qué las apacigua.

Despierto queriéndolas acariciar
y bajo las yemas de los dedos
siento que palpita su pulpa sensible
su identidad silente.



Vértigo me da, amanecer con una palabra sola
vivir sola en la palabra inválida
que huele a cerrado

Umbría- Rondadora-
Bilabial- Íntima- Marmórea…


viernes, 2 de julio de 2010

Caleidoscopio





Entonces advirtió que su ojo
fatigado, se dejaba caer
sumido en el vértigo febril
que dan las mareas celestes.
No es culpa de las horas
no tener peso.


Descendió hasta lo más recóndito,
hizo pie en el fondo de la lente
y emergió
titubeante
balanceándose
como boya a la deriva
en un cóctel de espejos.

A sangre,

B costumbre,

C decisión


y así más allá de Z,



zumbido




Giró el caleidoscopio
ensayando el vaivén del mundo
su perfil de fractal,
constelación de cristales
quebrados en las frías regiones
inaccesibles al blanco.

¿Será verdad que insomne,
bajo el agua gastada de sus párpados
espia el interior de una cánula
de plástico liviano
la musical congoja,
el emjambre que brilla y ya no canta
el contagioso infinito
de las órbitas errantes?

viernes, 18 de junio de 2010

CHEMA MADOZ



Cuando las puertas se van cerrando
parecen más altas las ventanas
orientadas al muro y su ceguera.
Pero has de mostrarte más alegre de lo habitual.

O quizá quieras ser más alta
y debas salir de compras:
algo de botox, algún retoque
integral o por parroquias,
varios kilos de aleluyas prematuras
y una caja de palabras felices
alentadoras, dichas como a grititos
para eliminar patas de gallo.

Nubes en el horizonte
tertulias de salón
clases de baile
o almuerzos largos pero sin vino.
Luego hay que prestar atención
a la poética de un Prometeo
que acabó en Narciso
y porque vive de hacer poéticas,
como otros escriben manuales de autoayuda,
no serás tú quien insinúe
un escaparate lleno de polvo
y cadáveres de mosca.
Nunca se sabe. A él le interesa
vivamente, tu opinión.

O tal vez
te hubiera gustado volver a nacer:
sin saber nada, cometer errores
otros o los mismos y escribir poemas
también otros o los mismos
llegar tarde , quedarte sin mesa…
como si la edad de tu sombra
fuera lo más cercano a un reloj
servido en una copa medio llena.

sábado, 29 de mayo de 2010

"Ópera prima"


De no ser por mi padre y esa virtud suya de guardarlo todo en su orden, etiquetado, con su correspondiente nota manuscrita en una caligrafía exquisita, probablemente se habría extraviado esta tarjeta… mi debut parvulario como escribidora.





HoySoyCapazdeLeerdeCorridoNaufragiosdePapel


Vista en su conjunto, íntimamente unida al aprendizaje, va la pauta de “jugar” la vida:

Vida, manual para usuario, regla primera: Después.

Porque es después de un tiempo jugando con los fonemas, cuando se completa el primer maratón: ya sé leer.

Después domino los palotes, los garabatos; poco a poco, mis dedos aprenden a sujetar correctamente el lápiz, y a dibujar las esquinas romas o puntiagudas de las letras y los números.

Después: la abstracción; y saber que, tras un recorrido más o menos largo, y si la mano no se arrepiente, el punto terminará en el lugar exacto en el que comenzó: la circunferencia abraza y contiene su propia área, el círculo.
Después aprendes que hay una fórmula capaz de calcularla y también que hay otras figuras mucho más complejas. Pero todo eso, generalmente, llega después.

Y después, cuando ya no se precisa de aquel enorme esfuerzo de los primeros ensayos, y lo aprendido parece fácil, sencillo, todos estos procesos se vuelven mecánicos. Todos, menos la emoción que parece caminar de la mano de la incertidumbre: el después.

Por eso, en los ratos que sin saber por qué llamamos perdidos, me pregunto si tenía razón, si sigo pensando que sobra algo de lo que he aprendido en este juego, como me decía, enfurruñada con los renglones torcidos, mientras me esforzaba en adquirir la destreza suficiente para alcanzar esa simplicidad.
Hoy se que de todo lo mucho o poco que he aprendido, solo hay algo que, sin duda, me sobra:




MeSobranEstáClaroLosEspacios.


martes, 25 de mayo de 2010

Preposicionar(se)



A
veces, efímera claridad,
me persigues y dilatas mis pupilas.

ANTE
todo, dime, a quién lloras, si
aún no se licuó la última sombra, si
BAJO
el yugo de la vanidad crecieron estas penumbras.
CABE
osadía mayor que asociar mi esencia con tu nombre.
CON
cuánta facilidad me disuades, planetario de azules, sin saber que
CONTRA
el alba tropieza el poema y se apagan las luces de emergencia.
DE
tu lento andar depende que te olvide o que te endiose
DESDE
esta ciega pasión que me envuelve y me domina
EN
aire convulso y tormentoso vuelves y te cobijas
ENTRE
murmullos de yerbas y hojas calcinadas.
HACIA
qué lugar pestañeas, si en el mío no cabe tu arrogancia.
HASTA
dónde llegarás por conseguir que me doblegue.
PARA
qué me reclamas, si te miro y esquivas la palabra.
POR
ahora prefiero la inopia
a la inútil alabanza.

SEGÚN
parece,
nada
cambia.

SIN
embargo,

SO
pena
que tú tengas
otra ocurrencia,
podríamos,
en buena lid,
proponer una tregua.
SOBRE
un horizonte desnudo
te besará la brisa del norte que arrumba
TRAS
los vestigios del frío
que irremediable…quema.


A
veces, efímera luz,
me persigues cegadora y luego,
sin más, te alejas.

jueves, 6 de mayo de 2010




Hace unos días, descubrí una palabra hermosa y fascinante: NALAR
En asturiano este verbo viene a significar la juntura precisa entre nadar y volar.
La memoria es; en parte, nadar entre los pecios de imágenes intactas y sobre-volar los sueños antiguos.



ENTRE NADAR Y VOLAR...


Puedo oír al viento todavía
agitar el verde entre las hojas del avellano
y entrelazando los vástagos
cargarse de sombra
rodeando a mi abuelo
mientras almorzaba.

Tal vez el tiempo no existía entonces,
los veranos eran incalculables
se respiraba el aura caliente de la tierra
y todas las músicas ataban la memoria
con la cuerda del misterio.

Cruzaba yo la verja de la huerta
con un temblor distinto al de las hojas
si andaban sueltos los perros.
Por más que mi abuelo los invocara
como Sol y Luna
Sol al perro rubio y Luna a la perra plateada
y aunque no hicieran nada, más que guardar
la primera llave de los sueños…

Me atemorizaba
la presencia inmensa de aquellos corpachones
de roce áspero, las embestidas nerviosas
su aliento implacable
a punto de derribarme a lametazos.

Muy niña tenía que ser, para taparme los ojos
empujada por el deseo de adivinar la linde
que cierra los caminos a los temores invisibles,
para forzar así un eclipse total
de Sol
y de Luna
pensando que si no los veía, tampoco podrían verme.



"Child holly hocks"
B. Morisot

sábado, 24 de abril de 2010

De laminado en frío







A qué suena…
c onstante como silbo de caracola de mar
ú nico son, ensortijado de grillos
f lujo magmático
e n el cuerpo hueco de una campana
n autilus, anclado a un torbellino de grilletes
o fuscado compás de un ruido blanco.






Acúfeno, tinnitus : "Percepción de un zumbido en los oídos, u otros sonidos en la cabeza, en ausencia de ruidos o sonidos externos".
.



viernes, 16 de abril de 2010

A mi madre


María es la buena luz tranquila,

necesaria, se trasmuta

en cálido abrazo que acuna el llanto

hasta laboriosamente amansarlo.

María es ternura y mesura

que no sentencia pasiones o vanidades,

existe algo más en el mundo

velado de transparencia en su vista cansada,

esa íntima confidencia

que de sencilla, ilumina.

María no sabe su masa buena

ni del bastidor que la nostalgia apresa

como si fuera la forma más desesperada

de la esperanza.

María es mi madre. Hoy cumple años...

Y aunque el almanaque se empeña por estas fechas

en tributarle zozobras e incertidumbres

María es la buena luz tranquila

que infunde, pese a las adversidades,

una fortaleza

que no luce amarga.

domingo, 11 de abril de 2010

"Pajarita de papel"
M.Domínguez Guer



APUNTE BREVE SOBRE COCOTOLOGÍA


Un papel en blanco, lo aguanta todo:

Soporta el bulto de la memoria
y la exudación en tinta.

Deseca la raspa fusiforme de un domingo
o acartona la magra geometría de la tarde.

Tolera la mala caligrafía
la lectura en espejo
el fogonazo del flexo
y los cables del poema.

Contemporiza con la física cuántica
y padece, inalterable, la apología de lo exento.

Admite las servidumbres
de punzón, falsilla y cizalla.

Por aguantar, aguanta
el envoltorio y lo envuelto

trazas débiles de la verdad
o las dobleces resultonas
de la apariencia.



miércoles, 24 de marzo de 2010


“Del acontecimiento más relevante de mi vida me he tragado, sin rechistar y casi supersticiosamente, un cuento que no me fue posible comprobar, a tiempo, a la luz de la experiencia del juicio propio.” (Chesterton)





De mi circunstancia fundacional, de mi nacimiento, puedo decir firmemente convencida que nací un 25 de Marzo de 1962 a las seis de la tarde, en Ponferrada. Nací, como era costumbre, en casa. A los pocos días, me bautizaron en la Iglesia de S. Antonio.

Esto lo tengo muy claro: debí nacer como dije que lo hice y debí crecer como los míos dicen que crecí. Fantasear con el nacimiento una misma te deja una especie de zozobra existencial: crees que en todo se ajusta a lo que te han contado durante años y admites que nada de importancia te fue saboteado en ese relato, ningún episodio silenciado… aunque mi memoria es capaz de trenzar un atisbo de historia que discurre en paralelo...



Se sentaba en un banco, al final del paseo de la pérgola.

Aquel año, la Semana Santa había caído marceña. Un marzo suave que olía a obleas y a pulpo a feira después de las procesiones. Una primavera precoz que, a la entrada del Platío, iba encaramando a las estrecheces de los emparrados, una tímida fragancia a rosaleda incipiente.

Cuando se tienen cuatro o cinco años, el tamaño de las cosas nos parece desmesurado, hasta los picaportes nos hablan por encima del hombro y por mucho que abras los ojos, los laberintos del jardín son un gran bosque del que insospechadamente, puede salir apresurada la liebre loca o la parsimoniosa oruga bajándose de una seta.

Acomodaba el bastón y sacaba un reloj con cadena del bolsillo de su chaleco.
Esperaba paciente, con las manos cruzadas, a que la pérgola bostezara niñas.

Hermana mayor me llevaba de la mano. Puede que yo fuera la más pequeña del grupo. Recuerdo que no le hacía ninguna gracia tener que cargar conmigo porque cuando me rezagaba, me tiraba del brazo como quien arrastra un incómodo fardo.

Al salir del paseo de la pérgola, hermana mayor le preguntó la hora al hombre anciano que estaba sentado en el banco. Las seis-dijo- consultando su reloj de bolsillo. Tenía un vozarrón grave y un sombrero de fieltro gris con una cinta negra… pero no daba miedo… sonreía … me guiñó un ojo y me dio un mentolín. Hermana mayor me preguntó, haciéndose la adulta: ¿Cómo se le dice al señor?... Y automáticamente respondí : Gracias. El hombre del pelo banco, siguió rebuscando en los bolsillos y repartió caramelos de eucalipto a todas las niñas.

Eran las seis. Las seis de la tarde de mi cuarto o quinto no-cumpleaños. Hermana mayor le dijo al hombre del sombrero de fieltro si podía quedarse un momento a mi cargo. Me sentó en el banco, posó un capazo en miniatura como el que mi madre usaba para ir al mercado en el que; antes de salir, yo había guardado un juego de cacharritos y tacitas de té y se fue con el resto a un estanque cercano donde Eloína dijo que había renacuajos y una carpa enorme que habían traído del pantano.

El hombre del sombreo de fieltro, llevaba un traje oscuro y pajarita. Se parecía un poco a un inspector de educación que un día había venido a la escuela y desde entonces, nos daban un botellín de leche Aly en los recreos.

Al principio, yo miraba al estanque con la esperanza de que hermana mayor se diera la vuelta, me hiciera alguna seña o me rescatase pronto, porque no es nada divertido aguantarse las ganas de ver renacuajos solo porque hermana mayor crea que eres una renacuaja y tenga miedo de que te caigas de cabeza al estanque.
Luego el hombre, empezó a hacer preguntas y las respuestas se agigantaban o se empequeñecían porque apenas entendía nada y era injusto que me hubieran dejado sola. El hombre dijo: ¡Ay, nenina, ten paciencia!

El hombre observa a la niña que salió del bostezo de la pérgola y se le dibuja una sonrisa inquietante que puede desaparecer y reaparecer a voluntad, como la sonrisa del gato que llevó al jardín de la Liebre de Marzo, a Alicia.






"Jardín" y "Alicia en la urna de cristal" son obra del pintor EDUARDO NARANJO

sábado, 13 de marzo de 2010

Cronotopo


"Paisaje con prodigios" (1935)
Óleo sobre tela
ANDRE MASSON



Mucho antes.

Antes de ti
y de las murallas de espejos
ya existía:

El cielo abierto, tramos de escalera
para otear nubes con olor a lluvia.

Los acordes que brotan del arroyo
partitura de un solo para salmón y angustia.

La rama acicalada por el viento
las acrobacias del polen
la memoria del hielo.

El arrecife
y el filo sumarísimo del mar
que engulle palabras quietas.

Antes de ti
ya existía:

El tiempo de las plagas de langosta,
las tormentas de arena que acolchan polvo y sangre reseca
en la mejilla magullada de las piedras.

Las ideas y los cuchillos, las fobias enroscadas
y el pájaro que manso se deja robar
el secreto del nido.

Antes de ti y de mí
la senda de las luciérnagas
la fuerza
que colma la savia como ráfaga
de verdes voluntades
redivivas.



CRONOTOPO *

martes, 9 de marzo de 2010

Deducciones de mono-sabio


NO CONFUNDIR:

Hombre de letras con hombre de palabra

La brasa del cenizo con la brisa cenicienta

Un verso interruptus con un coito prolongado

Un empleado poeta con un poeta empleado

Un análisis semiológico con un análisis semilógico

La propaganda poética con la poética pro-pagando

Los ocios estáticos con los negocios estéticos

La musa subida con la crítica empalmada

Los que arden con los que urden

Ni un cuerpo de baile en un gobierno de disfraces

domingo, 28 de febrero de 2010

"Amaneciendo a la vida"
Óleo sobre lienzo
JOSÉ PRIETO LÓPEZ







Tan humanos fuimos
que hubimos de gatear con el alma puesta.

Y hay días que nacemos tan solos
que nos asustan los largos descubiertos
de nuestra breve historia.

Tan humanos fuimos
que de cerca nos tenemos miedo
y de lejos, angustia.

¿Cómo saber de ti con palabras ajenas?
Olvidemos la verdad y hablemos
háblame, de lo nuestro.

viernes, 12 de febrero de 2010

"Al final de la escalera"
(óleo sobre tabla)
CAVAGNARO




Poema de GABRIEL CELAYA

CUÉNTAME CÓMO VIVES
(CÓMO VAS MURIENDO)


Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives.
Ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres.
Nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres,
cómo renuncias —sabio—,
cómo —frívolo— brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.













"Al final de la escalera" (Detalle)




CAVAGNARO

GABRIEL CELAYA


lunes, 8 de febrero de 2010

"Tongue"
R.PALMER




Las palabras son semillas bulliciosas:
Frutos que hechizan los paladares,
raíces laboriosas y rizomas rebeldes.

Algunas como piedras sedientas de un río seco,
son peces dormidos que avanzan contracorriente.

Son aves que anidan y vuelan cerca de las olas
brillo viajero son, de astros desaparecidos,
huellas en la arena que el viento pisa y pisa
hasta desvanecerlas…

Cosas de aire.

Imágenes eventuales hasta ser murmullos:
necesitan para despertarse
de lo bello, del poder de lo terrible
sostenido el silencio
en la voz apalabrada.


Las hay que clavan los ojos
en el horizonte vaporoso de lo incompresible
y ven
y no ven nada…

Semillas son, de luz demorada,
música en los pliegues del mundo.


martes, 2 de febrero de 2010

Hibernación




Será que el frío dilata
todas las sensaciones de pérdida.

Hurgando dentro, oigo el frío.

El frío primero, veneno
con el que la vida enseña
su saña redundante y caprichosa.

Ese frío vulgar como de muerte
rumor
sepultado de heridas.

Sílabas del frío
contando los días
bajo los escombros.

Nada hay que haga sentir más homicida al frío
que la hemorragia cándida que vacía los ojos
de un inocente.








domingo, 17 de enero de 2010

53...y penúltimo


"Haunting music"
ANNEKARENIN GLASS




De músicas que se ven



A veces jugaba a ser animal discreto
oculto en una sombra, sabía
de músicas que no se oyen, se ven.
Se ven por todas partes.

Minuciosamente anotaba cada movimiento
de proporciones exactas, la arquitectura anímica
de cada secuencia.

Música para la mirada:

-El movimiento leve y profundo
de los que caminan enamorados.

-La aurora, cordial bebedizo
que dilata la pupila del presente
sin abandonarse al futuro ni desairar el pasado.

- La infinita caída del sol detrás del horizonte
sosegada nota , muda y sigilosa
hacia el misterio de la noche.

-Las modulaciones del agua en las fuentes
sus acordes delicados de arpa cristalina.

- El aleteo de pestañas de quien mira fijamente
desde la ventana desperezarse a los plataneros.

- El sonido alargado de los pinceles
sobre las telas humedecidas de nostalgia
acechando la campana de la torre…


Y se acostumbró a colocarse del lado de la brisa
para arrancarle alguna nota alegre
a las posibilidades infinitas de una nube.

Dicen que es así como poco a poco
fue convirtiéndose en música,
viajando en su oleaje de emociones
reconoció el complejo caminar en cuatro tiempos

de los seres:

Que se mueven y suenan como agua
cambiantes, inaprensibles
dejan tras de sí una sed profunda.

Otros, voraces como el fuego.
Cerca de ellos se escucha como crepitan,
se consumen, arden.

Los hay de movimientos grises y sonidos terrosos.
Es difícil penetrar su intimidad, pero si escuchas su cíclico vaivén
dejan tras de sí raíces fértiles.

Algunos otros suenan tan ligeros que dan aliento,
se respira mejor alrededor de ellos
acaso conocen mejor que nadie ese universo entero
y dejan tras de sí metafóricos sonidos,
aromas usurpados a la diminuta flor llamada Cosmos…

La partitura de una sonrisa extraviada
que sólo conocen las voces antiguas.


viernes, 15 de enero de 2010

Los fenómenos climáticos, y las tormentas por excelencia, han sido fuente de inspiración para pintores, escritores y músicos que han expresado através de su arte esa mezcla de temor y fascinación que experimenta el ser humano cuando la furia del cielo se desata.

El trueno reverbera en la intimidad del hombre como recuerdo vibratorio. Memoria sonora de una potencia capaz de conmover la materia y la conciencia.






¿Pero quién maquina el tumulto atronador?

Gigantes vestidos de nubes se apelotonan en el cielo.
La lluvia entonces chasquea sus dedos de agua sobre la tierra,
alberga en su regazo líquido las venideras polifonías.

Desde las alturas se descuelga un rugido,
el clamor del cielo embravecido.

Estalla el tambor fragoroso del trueno;
la fuerza pletórica de cuchillos de luz
sangran las venas abiertas, el verbo caliente del rayo
y las fugaces jabalinas del relámpago
horadan la tierra.



En principio buscaba acompañar el texto con alguna composición de música clásica. Maestros como Vivaldi, Beethoven, Tchaikovski o Sibellius, han descrito la ira de la tempestad en alguna de sus obras más conocidas. Pero por casualidad encontré el video y me pareció curioso que sin grandes complejidades técnicas, simplemente con las explosiones percusivas del cuerpo y los trabajos de la imaginación se generara una atmósfera chisporroteante. El recuerdo vibratorio que alberga en sí la electricidad de la tormenta.

lunes, 11 de enero de 2010

Con la poesía, ya se sabe...

Atravieso la zona de mesas de estudio procurando hacer el menor ruido posible… pero no hay manera. La suela de goma de los zapatos cruje. Con cada paso, un alarido chirriante de ventosa.
Me interno por los pasillos hacia la sección de poesía.
Ya no me persiguen mis pasos orquestados. Es como si el piso se hubiera ablandado y fuera capaz de absolverlos.
En el aire flota ese ambiente de fabricación silenciosa que reconozco, como la lluvia de otro tiempo.

Recorro las estanterías, me detengo en el estante de los libros más recientes, el corte superior está impoluto. Tomo éste, leo un poco, lo vuelvo a colocar, aquél ya lo hojeé en otra ocasión, pudiera ser el turno de éste, pero no, parece que no, ¿y éste?...
(«Uno tiene la sensación de adentrarse en la espesura, en busca de una verdad que, cuando llega a tocar, no puede atrapar porque es atrapado por ella. De ahí que no haya fuga posible, la fuga es un entrar ‘más adentro en la espesura’, más adentro en la ignorancia también.»)*
...leo, leo y sigo leyendo y cuando quiero darme cuenta el tono melancólico y la levedad de los motivos, han atrapado la intención. Será éste.

Me dirijo al mostrador. Al vuelo capto la mirada de uno de los bibliotecarios. Arquea las cejas y ladea la cabeza ligeramente señalando a su otro compañero: le toca a él. Doy la vuelta al mostrador y le entrego los libros al otro bibliotecario. Se los acerca, pasa el lector de código de barras por el primero, por el segundo… por el segundo…de nuevo por el segundo… en pantalla aparece un recuadro de error en rojo y un botón de "OK". Mira la pantalla durante unos instantes. Hace clic en "OK" y vuelve a intentarlo, sin éxito.

—Vas a tener que esperar un poco, parece que hay problemas con este libro.

Se sonríe. Atónito vuelve a mirar la pantalla

—¿No existe?... ¿Pero cómo va ser que…? No, pues me dice que no existe.

Alza la mirada hacia la compañera que está enfrente, en una mesa aparte y le dice:

—Mira tú éste, que no sé qué le pasa.

Ella toma el libro y se sienta ante la otra pantalla. Al cabo de varias indagaciones comenta para sí:

—¡Qué raro…! Parece como si no estuviera aquí desde el año …

Sonrío tratando de comprender lo absurdo de la situación

— Dáselo en préstamo y haz como si aún no hubiera sido devuelto— Le dice bromeando el bibliotecario más joven.

—Por mí, no hay problema— intervengo, siguiendo la broma—; Si son capaces de engañar al “chismático” con teclas ese… ya cuando termine de leerlo, os traigo el libro invisible que nunca existió…

La mujer sonríe contrariada. Descuelga el teléfono, marca una extensión y pregunta:

—¿Puedes subir un momento? Pasa algo raro con un libro—.

A continuación levanta la mirada hacia mí:

—No sé si se lo podrá llevar—.

Y añade, como informada de un problema que no es nuevo: —Con la poesía, ya se sabe…

Sube la jefa por las escaleras y se apoya sobre el mostrador.

—Mira— le dice la otra, señalando la pantalla.

—¿Tiene la ficha?

—Sí, ésta. Pero es como si este libro no fuera de aquí…A lo mejor de otra biblioteca

La jefa toma el libro entre sus manos, comprueba las marcas de registro trazadas con lápiz.

—Tiene las marcas, pero le faltan los sellos. Qué raro…

—Y desde el año…

—Bien— dice la jefa, resignada a no comprender. —Habrá que ponérselos.

La jefa le pone los sellos, lo registra en la base de datos y se lo entrega a la bibliotecaria. Ella le pasa el código de barras, mientras vuelve a comentar, en voz muy baja, casi íntima:

—Es que, con la poesía, ya se sabe…


¿Se sabe qué? me digo. ¿Qué es lo que sucede con la poesía? ¿Es un misterio esquivo sobre el que hay que estar prevenidos?.¿Es más propensa a las desapariciones?


A través de los cristales de la sala observo a los estudiantes, los exámenes de Febrero están a la vuelta de la esquina. Se inclinan en silencio, tensos sobre libros y apuntes. Un poco más alejados los lectores de periódicos y revistas, serios y concentrados ocupan con determinación el lugar como si garantizaran su defensa ante un peligro.
Recojo los libros, doy las gracias y busco la salida.

Ya ha anochecido. A la luz del resplandor azulado de la nieve, leo al azar un primer verso. Pende como un hilo de araña que no encuentra donde posarse y ondea en el aire gélido:

Escríbeme, para que yo exista…



* (Claudio Rodríguez, La otra palabra. Escritos en prosa.)

domingo, 3 de enero de 2010

Érase que se era...

Una peculiar pareja:

Ella, una espléndida vaca, robusta, de gigantescas ubres y poderosos cuartos traseros. Tenía unos ojazos celestes que cautivaban por su mirar manso y; pese a su enormidad, poseía andares muy coquetos.




Él, un burro noble, con indicios de tozudo, un aspecto tan escuchimizado que no pasaba día en que no pidiera perdón por estar vivo, y acaso le sucedía por ser demasiado humano.



Llevaban una vida bucólica. Vivían en un pastizal y pernoctaban en un establo. Como vaca que era, no podía coger el bolso y salir a comprar pan y verdura al pueblo para no llamar mucho la atención. Permanecían retozando y pastando en la ladera de aquella montaña. Él la acompañaba con su trotecillo desigual y de cuando en cuando zampaba algo de pasto junto a ella, pero en menor cantidad porque tenía el colon irritable. Eso decían. Lo que no significa que sea verdad. O mentira.

Precisaré algunas cosas. La vaca, que llegó a aquel lugar huyendo de un toro que no le daba tregua, tuvo serias dudas —al principio— de involucrarse con nuestro burro: éste la mimaba restregándole los lomos con ahínco, mirándola enloquecido casi, musitándole caballerosos rebuznos... pero terminó por ganarse su corazón.Para el burro, la sola presencia de la vaca le hacía olvidar su soledad y aquel eterno peregrinaje que había sido su existencia sin moverse del mismo sitio, uncido a la noria de un molino.

Pensándolo bien, cualquiera podría enamorarse de una vaca de ojazos celestes, por muy burro que sea. Cierto que le faltaba saber escribir, no ir dejando boñigas por cualquier sitio, no espantar moscas con las orejas o regoldar en público... es decir, no ser tan estereotipadamente vaca, para cumplir con los requisitos que exige la dialéctica del amor humano. Pero no viene a cuento ahondar en estas cuestiones,ahora.
Pese a estos condicionantes, ella contaba con un don: pensaba y hablaba lo justo. Como los pensamientos no dejan de ser volutas de misterio, no podría decirles qué pensaba realmente la vaca.

Dicen las gentes que tenía una voz clara y que al regurgitar cada palabra no sacaba la lengua. Hablaba, en efecto, apretando dulcemente el morro. Urge decir, en honor a la verdad, que lo hacía como riendo, y sólo Dios sabe cuán hermosas se ven las felices bestias, mientras parlotean con una plácida sonrisa en la comisura de los labios.

Pero aquellas cualidades de la vaca tampoco eran todas, falta indicar quizá la más sorprendente: sabía leer. Así, como se lo estoy contando. Mientras el burro, a fuerza de observarla, había aprendido a repetir las vocales. Gracias a ella, hasta logró rebuznar tímidamente en inglés my dear friend, querido amigo y alguna que otra palabra suelta. Cualquiera no aprende tantas cosas porque sí (me da a mí, que la motivación estaba clara). Estaban hechos el uno para la otra… aunque al principio pareciera una relación contra natura. Lo que no significa que sea verdad. O mentira.

Desconozco quién suministraba libros y revistas a la vaca. Pero es un hecho que de inmediato cesaba de rumiar e iba a tumbarse bajo la sombra de los árboles, cruzada de patas (¿o debería decir piernas?) y poníase a hojear el material o a leer el texto. El burro, la escuchaba como un devoto, con la mirada puesta en los morros de su amada Antía que así se llamaba aquella hermosura de vaca.
Cuando la vaca hablaba, a él le temblaban las orejas de emoción.

—Te diré una cosa, Eulalio: un amor no correspondido es una desgracia. ¿Tú qué opinas?

Eulalio, que así se llamaba el enamorado burro, arrebolado la miraba y la miraba sin atreverse a decir ni mu... pues dicho mu, en boca de burro y sin que hubiera ensayado más que a escondidas, hubiera sonado como contradictorio (creo yo).


Pronto se hizo de dominio público la historia sobre una vaca espléndida que daba quince litros de leche al día, tenía los ojazos celestes, un inenarrable trasero, varias arrobas de peso y que, por supuesto, hablaba y leía a la manera del más reputado orador. Del burro, poco se dijo (Corrijo: un colectivo de burros hizo circular algún que otro rumor maledicente; pura envidia. Y la federación de sementales vacunos, inició una huelga de miembros caídos ¿Dónde se había visto, semejante extravagancia?)... Pero a Eulalio y Antía, este revuelo no les afectó para nada. Eran felices y no hay nada más que explicar.

Cierto día, se presentó en el pastizal una reata de burros,entre curiosos y concupiscentes perdidos.... los muy burros, quienes trataron de enamorarla torpemente. En todas partes abundan los insensatos que creen que para seducir les sobra con el lenguaje de los músculos, o de un "músculo" en particular. Antía los ignoró y pizpireta fue a tumbarse en el jugoso prado y así permaneció un tiempo absorta en sus pensamientos o elaborando un poema como una plasta, vaya usted a saber…
Lo cierto es que estaba sumida en sus meditaciones cuando de improviso se le acercó peligrosamente el corpulento toro del que había huido hacía ya algún tiempo. Cabeceaba enrabietado, inflando las condecoraciones albas de su pecho, piafando de un modo amedrantador.
Rodeó a Antía pero no logró acoquinarla, ésta con un habilidoso movimiento puso en pie sus 50 arrobas, se arrellenó las ubres desfiante y enfrentó sus cuernos de mentirijillas a los afilados cuernos del toro, sin perder la compostura.

Pero cuentan que fue Eulalio quien, probando la suerte de Don Tancredo, inmóvil de orejas a rabo (enhiestos ambos dos: orejas y rabo en pose de figurín) hizo huir desconcertado al berraco, rompiendo a hablar en una mezcla de correcto español e inglés rebuznado fino fino; eso sí, la frase le salió de lo más rara pero con una autoridad pasmosa...

Te diré una cosa, Antía: I think que puede ser verdad... o nooouu, my daaaarling?.

Cuando me contaron esta historia, me pareció increíblemente cierta. Sospecho que la vaca tenía ascendencia irlandesa y que algún ancestro del burro era gallego, por más señas. A la postre, abandoné esa linea de investigación porque no deja de ser una trangallada como dicen en mi tierra, que al final ni quita ni pone al cuento. La ubicación del tiempo no viene al caso, pero supongo que sucedió hace ya una montonera de años...Por lo mismo, ruego se hagan cargo los lectores, que si este cuento adolece de moraleja es porque no hubo manera humana de encontrársela (por más que rebusqué). Lo que no significa que sea verdad. O mentira.