viernes, 15 de enero de 2010

Los fenómenos climáticos, y las tormentas por excelencia, han sido fuente de inspiración para pintores, escritores y músicos que han expresado através de su arte esa mezcla de temor y fascinación que experimenta el ser humano cuando la furia del cielo se desata.

El trueno reverbera en la intimidad del hombre como recuerdo vibratorio. Memoria sonora de una potencia capaz de conmover la materia y la conciencia.






¿Pero quién maquina el tumulto atronador?

Gigantes vestidos de nubes se apelotonan en el cielo.
La lluvia entonces chasquea sus dedos de agua sobre la tierra,
alberga en su regazo líquido las venideras polifonías.

Desde las alturas se descuelga un rugido,
el clamor del cielo embravecido.

Estalla el tambor fragoroso del trueno;
la fuerza pletórica de cuchillos de luz
sangran las venas abiertas, el verbo caliente del rayo
y las fugaces jabalinas del relámpago
horadan la tierra.



En principio buscaba acompañar el texto con alguna composición de música clásica. Maestros como Vivaldi, Beethoven, Tchaikovski o Sibellius, han descrito la ira de la tempestad en alguna de sus obras más conocidas. Pero por casualidad encontré el video y me pareció curioso que sin grandes complejidades técnicas, simplemente con las explosiones percusivas del cuerpo y los trabajos de la imaginación se generara una atmósfera chisporroteante. El recuerdo vibratorio que alberga en sí la electricidad de la tormenta.

1 comentario:

Turulato dijo...

¿Pero quién maquina el tumulto atronador?. No, no tengo respuesta con seguridad. Lo que si se es que hace que sienta mi absoluta pequeñez