miércoles, 29 de abril de 2009

AUTORRETRATO (Alla prima)




POR SI NO TE LO HABÍA DICHO…


Soy una foto sin gracia.Viento en la ventana,
que siente vértigo a las alturas desde niña.

A veces silueta de vuelta del mercado pensando
en musarañas u otras ocupaciones,
una mesa puesta que no mira el reloj
una sombra que sostiene un libro
un bulto que asoma tras la ropa recién planchada.

No comprendo del todo mis ciclos
ni otros fenómenos hialurónicos
o astrales por los que puedo parecer
más o menos guapa o fea, según.
Siempre evité los espejos en el cogote.
Me sobresaltan los ángulos muertos,
la imagen replicante de mi propia imagen.
¿Escudriñan con descaro lo que se?:
Soy rubia venida a menos
(en realidad mi pelo encanece, encanece)
ni alta ni baja
(en realidad mi silueta ya no crece, abollece, abollece).
Me visto regular,
no le saco partido a los complementos.
El color de mis ojos es ya de un azul-gris-depende
y cuando miro, arrollo languidez de escorzón
si no pongo algo de rimel en las pestañas
que ¿Qué?
...
No soy la alegría de la huerta,
la misma talladura- me dicen- que un ajo puerro
pero de la blancura soterrada hacen los vientos remolinos
y se me despeinan haces verdes de sonrisa contagiada.
Parecería feliz si yo supiera cómo parecerlo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
las poses y otras decoraciones que tintan
las sienes de entusiasmo.
Escuchar como va pasando el cielo me enseñó a llorar
secándome las lágrimas en silencio, a solas,
por eso no puedo llorar en funerales
ni en las sublimes ocasiones de las catástrofes.

Lloro por las veces que he hecho llorar
o porque se me mete sin querer algo en los ojos,
lloro siempre que corto cebolla y raro es el día que no…
o por todas esas cosas concretas del hábito de sufrir
en las que no nos distinguimos los mortales.

En realidad, quisiera gastarme como soy,
ni feliz ni triste
pero sin perder el hambre de saber,
saber de una dicha sin rencor a lo menudo
sin que el alma se me salga de quicio.

Y escribo. Es una maldad esto de escribir
-lo digo muy en serio- pero es más fácil
matar que amar…
Y mato a versos el azogue de todas las lunas,
con-versos me defiendo del escalofrío inadvertido.

miércoles, 22 de abril de 2009

¿Sabes?...



Óleo sobre tela de MARIELA SALGADO.




¿Sabes?...

Hay un viento deshuesado
que mantiene entero lo que antes
hacía que temblaba.
Se asemeja a un andrajo
al final del arco iris…
parece que sólo le quedaran los nombres
y los huecos
ningún rastro de luz,
vidas
que no son la mía
sueños
que parecen más anónimos.

Entonces pienso que nos queda
el habla y la aurora
aún cuando las manos ni tienen ganas
y la cabeza esté más triste y oscura que nunca.

¿Sabes?...
Cuando el silencio se ensancha
aparece un día extra, uno distinto.
El cielo vuelve a tener el tamaño
sonoro de otros ojos.
Lo escribo. Lo guardo.
Respiro

jueves, 16 de abril de 2009

Palabras a "Chus"

No sé, ahora no importa...
Acaso te golpeara el odio
de una loba negra en el instante que te parió
con el signo huero, en mitad de la frente.

Sin piedad suficiente para lamer tu sangre de recién nacido
te desatendió; ahí mismo
donde la miseria hace su putrefacto caldo.
Olvidó tu rostro atrofiado y enfermo
en el vórtice negro donde habitan aquellos
que aun más asco dan, aquellos que viajan solos
con el hachazo invisible del abandono
incrustado en el cráneo, aquellos
que aullan como salvajes bestias sospechosas.

No sé, ahora poco importa
¡Has muerto ya, tantas veces!
Y en ninguna de tus muertes, supo nadie que hacer
cómo rescatar del lodo a un extraño ser
que se levanta cada mañana mendigando una mirada
cuando a nadie importa quiénes viajan en el país de los muertos
en vida.

Omitamos pues que naciste carne de hospicio,
hijo de un dios menor apresado en los muros de la caridad
escabrosa piedad, la otra muerte, en la mano que te dio de comer
excrementos
la ternura perversa del abuso.

Omitamos el manicomio
y el resto de tu vida dedicado a respirar en esa gota de agua
en la que viven los peces extraños,
abriendo las agallas, tragando toxinas
sumergido en esa noche que los normales pensamos
que es la solución científica...

Omitamos que fuiste uno de tantos
a los que nadie quiere ver.
Uno de quien ni siquiera se dice que ha muerto
para que seas alguien por fin.

Yo te ví ¿recuerdas?. Eras el loco abrazado a la farola
dejándose violar por la mirada estupefacta de los otros,
llorando, llorando en una mueca feroz
llorando el terror de una luz soez
terrible
llorando
como si un atronador ruido cayera sobre tu cabeza de loco
y te pesara la tristeza infinita
con la crueldad de una esperanza póstuma
que mendiga el ser.

Al fin te pusiste a morir, a morir
delante de todos.
Te dábamos por muerto hace dos años,
pero te pusiste a morir de verdad, el lunes
en un banco junto a las palomas de piedra de la fuente.
Delante de todos
llovía
delante de todos un cuero podrido por un dolor
indescifrable, perforado por un grito
ahogado...
Y en tus ojos, la sucia flor de la agonía sólo.

Nadie rondó la morgue esa noche última
Descansa, Jesús, que nadie te despierte ahora
en la común fosa de los olvidados, descansa...
Que si de verdad hay un Dios, en esta fría noche
serás tú el primero
en entrar en la casa del Padre.



Jesús nació en Bilbao hace 57 años. Por motivos que desconozco, un tren le trajo al hospicio de Oviedo, hoy Hotel Reconquista. Allí sobrevivió. Su infancia fue un cúmulo de carencias y rechazos. Su madre le negó dos veces; una cuando nació, la otra cuando creyó encontrarla. Del hospicio pasó a la "Cadellada". Cuando la Cadellada dejó de ser un manicomio, vivió en una pensión que costeaban los servicios sociales del Principado.
"Chus", se murio del todo el lunes. Los operarios del Ayuntamiento dieron sepultura a su cadáver en un nicho, junto a otros olvidados de la tierra.

lunes, 6 de abril de 2009



















Conozco una mujer: una quietud.
Emboscada en si misma
de sí misma, abanico asomando esfera de la luna.
En el misterio de la luz habita
como perfumada lámpara.

Conozco una mujer: una cascada de lacio azabache.
Dolor serenado viendo caer flores de ciruelo
lágrimas de fina lluvia.

Conozco una mujer: un corazón de laúd.
Yace fragante el sonido de sus cuerdas,
adormecido el arco por el soplo furtivo de los sauces.
Y con sigilo palpa el seno anaranjado del alba.

Tanto disimulo de velados párpados…para no provocar
a las flores de seda.