jueves, 24 de marzo de 2011

"Ciervo". Pintura rupestre.Cueva de Altamira



La tirolina de viento
trae y lleva,en su cuerda tensa,
ardentía sonora.
Luce el otoño sus galas turgentes
de afinación salvaje.

Va cayendo la tarde en el clavero,
después de la lluvia
la tierra evapora esencias de almizcle
poderosos filtros libera que impregnan el aire
con irresistibles efluvios de cortejo y seducción.

Repunta, la batuta solar, el ritual sonoro
la indómita llamada que convoca
al harén de hembras junto a la vaguada.
Bregan los machos entre las encinas
y sobre un fondo pulsante, in crescendo,
un estrépito encelado
lanza a los cuatro vientos
un clamor acuciante de bramidos impetuosos
que ascienden neveros y serpentean riscos
que, al rececho fogoso, descienden
al regazo acogedor de las majadas.

Como aguacero de piedras, resuenan
envites de percusión seca
estallidos de arboladas cuernas

y el eco se despeña
multiplicando el estruendo,
desgarrando las costuras de la montaña.
Es tiempo de berrea.