sábado, 29 de mayo de 2010

"Ópera prima"


De no ser por mi padre y esa virtud suya de guardarlo todo en su orden, etiquetado, con su correspondiente nota manuscrita en una caligrafía exquisita, probablemente se habría extraviado esta tarjeta… mi debut parvulario como escribidora.





HoySoyCapazdeLeerdeCorridoNaufragiosdePapel


Vista en su conjunto, íntimamente unida al aprendizaje, va la pauta de “jugar” la vida:

Vida, manual para usuario, regla primera: Después.

Porque es después de un tiempo jugando con los fonemas, cuando se completa el primer maratón: ya sé leer.

Después domino los palotes, los garabatos; poco a poco, mis dedos aprenden a sujetar correctamente el lápiz, y a dibujar las esquinas romas o puntiagudas de las letras y los números.

Después: la abstracción; y saber que, tras un recorrido más o menos largo, y si la mano no se arrepiente, el punto terminará en el lugar exacto en el que comenzó: la circunferencia abraza y contiene su propia área, el círculo.
Después aprendes que hay una fórmula capaz de calcularla y también que hay otras figuras mucho más complejas. Pero todo eso, generalmente, llega después.

Y después, cuando ya no se precisa de aquel enorme esfuerzo de los primeros ensayos, y lo aprendido parece fácil, sencillo, todos estos procesos se vuelven mecánicos. Todos, menos la emoción que parece caminar de la mano de la incertidumbre: el después.

Por eso, en los ratos que sin saber por qué llamamos perdidos, me pregunto si tenía razón, si sigo pensando que sobra algo de lo que he aprendido en este juego, como me decía, enfurruñada con los renglones torcidos, mientras me esforzaba en adquirir la destreza suficiente para alcanzar esa simplicidad.
Hoy se que de todo lo mucho o poco que he aprendido, solo hay algo que, sin duda, me sobra:




MeSobranEstáClaroLosEspacios.


martes, 25 de mayo de 2010

Preposicionar(se)



A
veces, efímera claridad,
me persigues y dilatas mis pupilas.

ANTE
todo, dime, a quién lloras, si
aún no se licuó la última sombra, si
BAJO
el yugo de la vanidad crecieron estas penumbras.
CABE
osadía mayor que asociar mi esencia con tu nombre.
CON
cuánta facilidad me disuades, planetario de azules, sin saber que
CONTRA
el alba tropieza el poema y se apagan las luces de emergencia.
DE
tu lento andar depende que te olvide o que te endiose
DESDE
esta ciega pasión que me envuelve y me domina
EN
aire convulso y tormentoso vuelves y te cobijas
ENTRE
murmullos de yerbas y hojas calcinadas.
HACIA
qué lugar pestañeas, si en el mío no cabe tu arrogancia.
HASTA
dónde llegarás por conseguir que me doblegue.
PARA
qué me reclamas, si te miro y esquivas la palabra.
POR
ahora prefiero la inopia
a la inútil alabanza.

SEGÚN
parece,
nada
cambia.

SIN
embargo,

SO
pena
que tú tengas
otra ocurrencia,
podríamos,
en buena lid,
proponer una tregua.
SOBRE
un horizonte desnudo
te besará la brisa del norte que arrumba
TRAS
los vestigios del frío
que irremediable…quema.


A
veces, efímera luz,
me persigues cegadora y luego,
sin más, te alejas.

jueves, 6 de mayo de 2010




Hace unos días, descubrí una palabra hermosa y fascinante: NALAR
En asturiano este verbo viene a significar la juntura precisa entre nadar y volar.
La memoria es; en parte, nadar entre los pecios de imágenes intactas y sobre-volar los sueños antiguos.



ENTRE NADAR Y VOLAR...


Puedo oír al viento todavía
agitar el verde entre las hojas del avellano
y entrelazando los vástagos
cargarse de sombra
rodeando a mi abuelo
mientras almorzaba.

Tal vez el tiempo no existía entonces,
los veranos eran incalculables
se respiraba el aura caliente de la tierra
y todas las músicas ataban la memoria
con la cuerda del misterio.

Cruzaba yo la verja de la huerta
con un temblor distinto al de las hojas
si andaban sueltos los perros.
Por más que mi abuelo los invocara
como Sol y Luna
Sol al perro rubio y Luna a la perra plateada
y aunque no hicieran nada, más que guardar
la primera llave de los sueños…

Me atemorizaba
la presencia inmensa de aquellos corpachones
de roce áspero, las embestidas nerviosas
su aliento implacable
a punto de derribarme a lametazos.

Muy niña tenía que ser, para taparme los ojos
empujada por el deseo de adivinar la linde
que cierra los caminos a los temores invisibles,
para forzar así un eclipse total
de Sol
y de Luna
pensando que si no los veía, tampoco podrían verme.



"Child holly hocks"
B. Morisot