martes, 30 de diciembre de 2008

"Sunny winter" LEONID AFREMOV







De nuevo vuelve el frío, como antes,
hielo en flor
y el aura azafranada de un sol tibio
entre las ramas desnudas.

Y en esa hora invernal, despojada,
el corazón de las maderas
cuaja el rumor de un aria albina
enmudecida bajo el manto subterráneo.

Anda con miradas de vidrio el viento,
cruje amontonado en el suelo, abatido
al raso, por la certera claridad
que envuelve este silencio.

Y azulea de tan blanca, la seda
bordada en cristales, como ropa recién lavada
y puesta a solear en los márgenes del río.
La umbría se adensa, queda su olor
pudriendo de oro amargo la espesura.

Vencedora y vencida de pureza
es puñal afilado, el agua remansada.

¿La oyes?... ¿Escuchas el río?

Fluye lento y rumia voces agoreras
intervalos de cuarzo… murmura
tornasolados encajes de espejuelo fugitivo
con las borduras roídas,
a fuerza de no poder parar si no en el hueco
vestido, de rigurosa transparencia.

4 comentarios:

almena dijo...

Bellísima estampa poético-invernal.

:)

Beso!

Turulato dijo...

¡Esa luz, tan lejana, ahí cerca entre los árboles!. Me asusta.. ¿Será miedo el hielo que siento aflorar en mí, como el capullo de una rosa?.

¡Frío!. Corta el viento, cristales rotos, duele la soledad cada vez que cruje uno de mis pasos sin saber a donde va.

La nieve es pura.., me atrae.. Mi cuerpo reclama descanso. Quiero, pero no debo. El reposo es azul; ¡fíjate bien!.
Según te acercas, la pureza -blanca- se desnuda y muestra su hondura azul, inmensa y helada como el firmamento.

¿Estará reclamando la umbría mis huesos desnudos para pudrirlos?. Su aire es fino, pero su olor es denso y amargo.

El agua murmura las respuestas. Me guiña palabras de colores. Pero sigue su camino, marcado en la piel helada y dura de esta tierra mía.

Unknown dijo...

Sol de azafrán en invierno. Hace más reales los límites de las cosas, más agudas sus líneas. Es como si la niebla se hubiese disipado y los corazones descubrieran por vez primera los dibujos que los volúmenes de las cosas van construyendo.

Además hay algo de quietud como espejo de permanencia, un cierto recuerdo de eternidad, como si el movimiento todo se hubiese detenido para mirarnos, al menos un momento: lo que otrora fuese el movimiento sonoro de un agua en tránsito, ahora parece quedarse afilando sus cuchillos en párpados de nácar. Solo el hálito del aire sigue salmodiando sus sones sin palabras.

Cuando el invierno es muy frío el mundo se hace un poco transparente y podemos vislumbrar sus geometrías y tal vez los ecos de la belleza. El sol es la vida que colorea de sangre el lívido rostro de un paisaje por lo demás inerte; pero el seco frío del fondo de la Tierra es entonces un guiño a lo perdurable, a lo que no se amustia ni se pudre.

Seguramente un sueño.

Leodegundia dijo...

Elegiste un cuadro que describes a la perfección, cada color, cada forma, produce unas sensaciones, se ve que es invierno, nieve y agua que aunque no se toque se adivina fría, árboles desnudos que esperan a la primavera para vestirse de verde, y entre ellos ese color cálido del sol que nos recuerda que es fuente de vida.
Precioso Marian
Un abrazo