lunes, 3 de noviembre de 2008












FAROLAS PORVENIR








Y la ciudad esparce sus sirenas…
No todo, sin embargo, es ciudad.

Un atisbo de luna se desliza en hilos de espora
tras el monolito de las sordas emisiones.

No se apaga el ruido
todos duermen
y nadie duerme
en las venas de hierro que supuran hierro.
Negras arterias circunvalan su cintura
de ser noctámbulo,
callejones de garganta malherida por el tizne,
humedades trepando la osamenta de las fachadas.

La lluvia ciega las calles
peinando acantilados de agua turbia
noche
o suspiro de naipe
se fatigan las farolas
fustigadas de aguaviento.

El desvivirse de las luces pálidas,
trincheras de cristal descorren sus cortinas,
con arreglo a la penumbra
asoman siluetas de fatiga y tedio
perdida la mirada en los charcos abiertos a la mitad
una tras otra las rodadas emanan
vapores amarillentos de veneno dulzón.



Se amontonan las basuras
junto a árboles enjaulados,
los neones miden el hambre
y al llegar la madrugada
sentir frío y respirar muerte,
una calle que pasó por nosotros- porvenir-
para ir a ninguna parte.

Ya no juegan a ser luciérnagas
los niños transparentes.

4 comentarios:

Riko dijo...

Nice blog

coul you visit mine

thank you

http://fellas4life.blogspot.com/

Anónimo dijo...

El porvenir, como una calle con claroscuros que, a saber dónde nos allegará.

Precioso

Besos

Leodegundia dijo...

Percibir la luz de una farola como un "atisbo de luna" es contemplar el mundo con ojos de poeta.
Un abrazo

Turulato dijo...

En la ciudad, la noche es la fatiga del día, reino de sombras invisibles, trono de derrotas, colector de tristezas.
Pero no en la mar ni en el monte, íntima charla con uno mismo, promesa de maravillas, cuna de sueños. Y, a veces, terrible soledad obscura.