No vine a ser poeta sino a mal decir
palabras que a oscuras escuchaba
proyectadas en el fuego.
No vine a ser poeta, es inútil mi voz
si alimenta la noche que huele a derrota,
a rosario de segundos entre los dedos
esperando restar penas que medran
en un sillón de frío florecido.
Pero es marzo y marzo es mi edad,
brotan allozos al sol que desnuda
el horizonte suave
y miro hacia allá, hacia donde las horas
cuajan y se espesan reverdecidas:
aguardo la estación benigna.
En tanto llega, cubriré los campos de Arlés
con lirios del silencio
y la brisa traerá ese tiempo lejos
pero cerca de mí y de esta verdad
que acaso llevo,entre dos alas.
4 comentarios:
No se trata de ser poeta, sino de si canta el alma sueños que brincan en las llamas.
Y aún más. Tiene que resonar la música del alma con tal fuerza, que resquebraje la armadura del pudor y, así, permita oír la voz de aquel que canta.
¿Inútil, la voz?. ¿Solo porque puede perder o se cree sin fuerza?. ¿Sabes acaso quien escucha y a que profundidad penetra la palabra?. Que la medida de lo dicho la establecen las lágrimas y las risas desconocidas.
¿Sabes que la primavera canta?. De verdad, que si. Quien ha vivido en la montaña sabe que ha llegado cuando rumorean las escorrentías, pues la nieve baja en lágrimas.
Y cuando corren las aguas, la brisa susurra un nombre de poeta cada vez que se desliza entre los álamos.
A la poeta que esperaba a la Primavera
Sí, poeta, viniste.
Poeta, muy bien (no me gusta nada ese nombre triste de poetisa).
El que sabe decir es solo un intermediario.
La voz, el susurro, discurre por su cuenta:
Atraviesa empinadas sombras,
Se sumerge en los delirios del sueño
Y resplandece de repente tras el cristal límpido de una pequeña forma
O de un espacio matemático inquebrantable.
Esta ahí siempre,
Adormecido unas veces, rutilante otras,
Llenando de sonidos los oídos del poeta.
El poeta, recuerda, es el elegido de las Musas.
El poeta es el que interpreta la Música.
El que sabe de existencias que sólo alguno puede comprender.
Pero su sacerdocio es como el de aquél que predicaba en el desierto.
No importa.
Las piedras del desierto son porosas,
Recogen en su seno los tesoros más exquisitos.
Luego se los guardan.
Y a veces rebrotan de ellas pequeñas hierbecillas verdes.
Tú, que escuchas ese movimiento que clama y se empaña en conformar palabras,
También conoces que algunas son de magia
Y sirven para despertar otros sueños,
Para bordear los caminos subterráneos de la consciencia
En una corriente que nos une más allá de la distancia.
Tú, que sabes de primaveras, sólo tienes que esperar.
El tiempo no existe.
Se puede venir a no ser poeta y sin embargo serlo porque las palabras que brotan son pura poesía, palabras que llegan desde el corazón que es el refugio de los sentimientos que permiten una gran sensibilidad para apreciar la belleza sencilla de unos almendros en flor o unos lirios silenciosos.
Un abrazo y buen fin de semana.
No se de que materia están hechos los poetas pero sí que tienes el bello don de ver y describir la belleza.
Un placer leerte.
Un abrazo
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