jueves, 10 de febrero de 2011

NADAR ES AGARRARSE AL SIGNIFICADO DEL AGUA

"Marina"
Ramón Castellanos





























El invierno excluirá pronto al nadador. Este
lee las dudas otoñales del agua
en su múltiple riqueza: el agua tiembla,
se levanta a pesar de su firmeza,
en ella las primeras hojas caen
con el primer temblor de la mañana
anticipándose a él, arrojando fuera
sus huellas en círculos superpuestos y excéntricos.

Hay una geometría del agua, pues ésta
recorta el exceso en las nubes
y las pone a flotar en una atmósfera interior
hecha de ángulos y extensiones: cada árbol
semeja un ciprés en su alargamiento,
y cada arbusto, cada signo de la estación
una lanza de fuego. Es una geometría y no
una fantasía de formas retorcidas, pues cada
variación líquida, respuesta al tema
del cual se aleja, suena con anterioridad:
es una consistencia, el tacto del flujo pulsátil.

Mas ya le cansa mirar ahora, su cuerpo
le recuerda al ojo su dependencia
mientras, en su interior, el hombre corta la marina
y la reduce a andrajos. Su frialdad
lo sostiene contra ella, él lo permite,
pues nadar es también agarrarse
al significado del agua, moverse en su abrazo
y ser, entre abrazo y forcejeo, libre.

El se esfuerza hacia-y-a-través de ese espacio
que su cuerpo hereda, creando un dónde
en el agua, una posesión que deseoso
abandona a cada brazada.

La imagen que ha roto
fluye de nuevo tras él, sanándose a sí misma,
alzándose, alargándose, derramada como las plumas
de un ala inmensa cuya extensión, oscurecida,
proyecta sombras sobre su soledad: solo, innominado

En este bautismo donde tan sólo Chenango tiene nombre
en un lenguaje perdido que empieza a analizar-
un habla de densidades y escarnios, de medias
respuestas a las preguntas que su cuerpo formula, una
rana a través del elemento continuo pero penetrable.

Humano, lo afronta y, humano, se retira
del frío interior, la inclemencia que sin embargo
muestra una suerte de clemencia al sostenerlo.

El último sol del año seca su piel
sobre una superficie que no es sino un mosaico de diminutos
fragmentos, allí donde el viento
no escapa a las imágenes
en la corriente de obsidiana, el vaivén fugitivo de ondas
que, incesantes, toman forma.



"Nadando en el lago Chenango"
Charles Tomlinson



3 comentarios:

almena dijo...

"... nadar es también agarrarse al significado del agua..."
espléndido todo el poema, Marian. Me ha transmitido sensaciones reales, casi físicas. Y balsámicas aún en el esfuerzo.

Un beso y feliz domingo

Leodegundia dijo...

Un poema hermoso de las lecturas que se pueden hacer del agua y muy apropiadas las imágenes.
No conocía a este poeta, creo que será interesante leer algo más de su obra.
Un abrazo

Turulato dijo...

Siento que estoy ante una alegoría de la vida. O mejor de una manera de vivir, pues, según Enrique Rojas, es posible existir contemplando como fluye el agua..
O entrando en ella y dejando que te lleve, mientras te esfuerzas por elegir nadando en que punto dejarás el río de la vida...