miércoles, 14 de octubre de 2009

Anónimo egipcio (1410 a.C) XVIII Dinastía .
Pintura sobre estuco.Tumba de Menna.Sheikh Abdel-Gurna.





También las palabras se caen al suelo,
naufragan en los charcos o terminan
mezcladas con el fango
quién sabe si conversando
con las ruinas que habitan
en el fondo de todo.

Caen como las hojas en otoño
con la complicidad del árbol
perfumando un pensamiento
de mínima ternura…

Se acuerdan del Hombre y de su frágil disfraz
despiertan claridades subterráneas
proyectan raíces de luz.

Mira el niño un árbol y se ve árbol contemplando un niño.

Del otro lado, el Hombre se cree árbol que da frutos
de precaución y olvido.

Tal vez, no seamos más que hojas
en busca de un árbol.

3 comentarios:

Turulato dijo...

Pudiera ser que fuésemos hojas sin arraigo, pudiera ser...
¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de que le consideréis un hombre?.
Sí, ¿cuántos mares debe surcar una paloma blanca antes de que duerma sobre la arena?...
La respuesta, amiga mía, está flotando en el viento...

Trini Reina dijo...

Tal vez...

Pero hay días en que así es. Sin acasos o sin tal vez que valga.

Hojas perdidas en busca del árbol que, pensamos, nos pertenece.

Abrazos

Unknown dijo...

Las palabras caen en otoño esperando que la lluvia las recoja y las haga brillar gracias al espejo que porta. Pues la lluvia recoje el destello de arriba. Las palabras esperan pacientes a que las gargantas aprendan a callar. Y el canto callado no ahoga.

Abrazos