lunes, 31 de agosto de 2009

"El azul y la higuera" JOSEP M. GUINOVART





En el pedregal menguaba
la luz oblicua del estío. Declinaba agosto.
Bajo un palio de grandes hojas
esperé esas cosas
reservadas a los sueños.

Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises
yo le tengo piedad a la higuera.

Rozaba la tierra la sombra de la higuera
cadenciosa, como el sonido del sistro, la rozaba
un murmullo meloso
que secretamente entallaba redondeces
de fruto maduro y abierto.

Como si la maternal higuera
atesorara la dulzura de la tierra
inervada en sus ramas
toda la apariencia radiante que ensanchara
la turgencia en las caderas
y al borde de los dientes desmenuzara
la agonía de un beso largo,…largo.

Y se desprendió la tarde
del rubor azul infrutescente
y germinó una fecha de amor
entre iniciales.

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
"Hoy a mí me dijeron hermosa".




Las estrofas en cursiva pertenecen a
este poema de JUANA DE IBARBOUROU


2 comentarios:

Trini dijo...

No es mal lugar la sombra de una higuera, para ver llegar aquello que sin fin se espera.

Muy bello, Marián. Siempre es un lujo leerte.

Besos

Turulato dijo...

La higuera es una planta asesina para las de su Reino. Y como tal, sus frutos son acúmulo de lágrimas dulces.