miércoles, 24 de junio de 2009

Indolencia



Como si quisiera hacer al tiempo más condescendiente
la pared sigue ahí
quieta, enfrentándose a mí
condenada y recelosa.

Si fue todo hasta aquí tan blanco
podría ser peor siendo gris como la niebla.

Y yo no quiero amar una pared.

No quiero amar
a quien me trata siempre
como a una intrusa.



2 comentarios:

Turulato dijo...

Quieta, condenada, recelosa
Gris
Amar
Intrusa

Entró sin derecho en mi amor y salió dejándome el alma gris, insensible.
Y así vivo, recelosa, condenada a la inmovilidad y sin nombre.

Trini dijo...

No, porque ese amor siempre caerá al vacío. Siempre es amor perdido el que se ofrese a quién no posee sensibilidad para amarte.

Te dejo un fuerte abrazo