Como si quisiera hacer al tiempo más condescendiente
la pared sigue ahí
quieta, enfrentándose a mí
condenada y recelosa.
Si fue todo hasta aquí tan blanco
podría ser peor siendo gris como la niebla.
Y yo no quiero amar una pared.
No quiero amar
a quien me trata siempre
como a una intrusa.
2 comentarios:
Quieta, condenada, recelosa
Gris
Amar
Intrusa
Entró sin derecho en mi amor y salió dejándome el alma gris, insensible.
Y así vivo, recelosa, condenada a la inmovilidad y sin nombre.
No, porque ese amor siempre caerá al vacío. Siempre es amor perdido el que se ofrese a quién no posee sensibilidad para amarte.
Te dejo un fuerte abrazo
Publicar un comentario