martes, 28 de octubre de 2008

La calma o algo que se le parece...











Es el calor prestado de la música,
la primera luz prevenida de abundancia
suficiente para espantar todos los fantasmas
de la orilla de mi cama.

Es el invitado solitario
al que dar conversación, llevar al cine,
prestarle mis libros
aún sin saber siquiera, si me los va a devolver.

Es hundir las manos en las hojas cálidas
y descansar los ojos en la brisa verde y lenta
de oro que es la tarde.


Es tenderme telaraña suspendida
entre un acebo y una mata de arándanos,
dejar que el sol y la lluvia se repartan mi piel
donde el brezo termina, cercado por helechos.

Es encontrar esas décimas de fiebre
a la penumbra perfumada de las violetas.






Es evitar que se haga daño la polilla desquiciada,
abrir el horizonte vidrioso contra el que se golpea
y dejar al alba su acabamiento en mariposa.

Es esa forma leve de nube no venal
que ni huye ni se desata.

Es el ¡basta ya! y el ¡venga!
que despoja al tiempo de sus ácidos venenos.

martes, 21 de octubre de 2008

A...los sueños. Especialmente, a los crecidos de mil olas





Las emociones nunca alcanzan la pureza del golpe.
Se parecen a la ruta, porque nos sostienen.
O a un niño que nos da la espalda.







La letra grande se me hace menuda
redondea cavilaciones, borrones de ausencia
salpicada materia que trae tiempo
y trae recuerdo
junto a la rampa de un muelle.


Cuando llueve,
el dolor es nube,
la nube nostalgia
la nostalgia huésped cobijado
en el alma del niño, como un arrimo.

Y en la mirada del viento…caligrafía
de pausas arrebujadas, embriagada de minucias
aquella conciencia del carvallar y la braña,
del mar, la ruta y las estrellas.

Recuerda acordes de espumero
al yacer de la siesta,
perdida la cuenta de las campanas soñar,
acostumbrar la vista a rozar sin miedo
la cabeza del monstruo.




Suena el restallar de una seda que se abre
página de un libro de destiempo,
la mirada se repliega
apurando el aroma dócil a la boca …sus luces,
rebañadas con pan de levadura madre.
Aquel decir espiral de los vapores
cuando el olvido ocupa a todas horas
y las voces no olvidadas
son presencia.

En cada renglón la palabra no espera,
quizá esa última noche en que hizo frío
vuelto hacia adentro un soplo de penumbra
anhela, en su lecho de aromas tenderse,
acariciar la voz mimosa de arenas rubias.
El ruido del vivir, el peine de los vientos
buscando un tiempo suyo entre dos olas.

Asomado al mirador,
el lamento circular de un viento sagrado
acerca todos los mares, el cortejo
de los miedos la piel estremecida,
humedecido labio en la primera sed
bajo un platanero de sombra.

Era entonces cuando el carrusel del tiempo giraba
engarzando los colores de la brisa.

Y todo es espuma para ese sueño.
Aquel mar viejo en la retina
y la sequedad absoluta del mundo,
acompasando los pulsos al vértigo de otras cimas.
La fatiga de los pájaros…la querencia de las olas.

Luego de los años, saber de la luz rosada del aliso
en las virutas doradas,otoño,amarras de nostalgia,
antiguos abrazos pendientes
mientras una luz de gasa va lamiendo los retratos.

Luz fundida a la canción verde del agua,
equipaje los sueños, mullido de sargazos.



Blancor aupado el faro se dibuja
y en cada rincón de la memoria días del corazón
- soledad acompañada-
parpadea el cauce de las estrellas
de la misma manera que su amor lo abraza
como él lo buscaba,
vecino a la mar- el sueño-
sin otra luz que el agua.


viernes, 17 de octubre de 2008

Hay veces… Hay voces

Te invito a escuchar.
La voz de Amancio Prada se ofrece como una fruta generosa, es como un rayo dorado abriendo el corazón…
la mejor antena para buscar la onda precisa, para sintonizar con la “otra música”. La poesía tiene mucho de canto, de celebración.











Del poema "Libre te quiero" de AGUSTÍN GARCIA CALVO


Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.

Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.

Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.

Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía

ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.



En "Canciones de amor y celda" de Amancio Prada

miércoles, 15 de octubre de 2008

VIVIR,SENTIR... SOBREVIVIR, SOBRESENTIR







¿Que qué me ronda?

Me ronda el fracaso,
la conmovedora conciencia
de estar viva, muriendo a la vez.

Me ronda el estrepitoso ruido de los días,
demencia agraz que combina
su envoltura intoxicada y su bajeza.

Me rondan grandes simplicidades confrontadas,
la suerte de su alivio
su cifrada semejanza al corazón en la mano,
al desorden redimido.

Me ronda el hilo elemental
en los infinitos dedos de los sauces
recamando vaivenes de cabo suelto.


¿Que qué me duele?


Me duele el tiempo,
tejer contra él una dermis
tintada de olvido,
ramas lañadas abitar
y con ellas, trenzar el nido
de las horas fallidas.

Me duele el dolor,
la carcoma complaciente,
el sonido del pánico,
el instante del destierro…
su golpe seco de tijeras en la rueca.

¿Que qué me falta?


Me falta con qué imaginar mañanas,
quien me escriba en el correo
el simulacro de una flor empurpurada
que asoma canto de húmeda penumbra
al filo de la luz
fundida sueños.

Me falta el fuego de los fuegos
la esperanza
los ojos que aguardan compartir
fulgores o privaciones
del ser
que apenas es,
huir de nada.

domingo, 12 de octubre de 2008

MANUEL CASTAÑO ORTEGA



A veces para ser sincero hay que decir la verdad.
La verdad -tiempo que tarda un ser vivo en fatigarse-
tiene la apariencia de un pájaro impaciente que se ha tragado el mar.

La verdad se guarda para el mejor de los hombres,
el árbol se vuelve indeciso y deja de dar sombra,
y el mejor de los hombres se vuelve menos hombre y más montaña,
y la montaña piensa que para qué cambiar el mundo.

A veces, para ser sincero hay que decir la verdad:
el hombre es un ser irracional que se pasa toda la vida disimulándolo.

A veces, para tanta verdad, con un poema basta.




jueves, 9 de octubre de 2008

Un ratito de música

Los que teníais la posibilidad de escuchar música en Interiores, quizá recordéis algún tema interpretado por Ara Malikian. Es un violinista brillante.

Que disfrutéis de esta divertida puesta en escena, es todo un espectáculo.





miércoles, 8 de octubre de 2008

Agrimensura

La memoria tiene la textura irreal de los sueños.
Los sueños tienen la cualidad escurridiza de la memoria.
A veces son tan parecidos la una y los otros.







Es verano
y un sol gigante
va inflando
la calle
de bochorno.

Vacías de bullicio
van quedando
las pocas sombras
como adelgazadas agujas
del mediodía.

Una puerta sin aire
engulle la solana toda,
bufa calimas de hierro viejo
el picaporte.
No muy lejos repica denso y sostenido
el sonido caliente de las campanas.


Desde bien temprano,
el compás es trino
propósito de aire,
loca de golondrinas la mañana.

Abajo, en el jardín, la sombra
va perdiendo el equilibrio
entre las ciruelas claudias,
bebiéndose de bruces el rocío,
se refugia envés de las hojas.

Aletean retozones
los pardales nuevos
y a saltitos corretean
de rama en rama
de seto en seto
en busca de pitanza.



A mi ventana alcanzan
los dedos verdes y jugosos
del chopo, rozando los cristales
con la torpe gracia de un gigante.

Afuera de la casa un camino se retuerce
empolvando tejados de lustrosa pizarra.

El latir metrónomo
va encajando músicas:

A trompicones el carretón del panadero,
picado afónico el claxon de la cirila
y carillón los cuartillos de hojalata
colgados en el cinto del lechero.
Cerca de las doce,
un silbato que trae cartas.

Como un rebujo
pegado al suelo del mediodía,
la mujeruca enlutada
acompasa con voces
el rebuzno de un burro cerrao
que bambolea los cuévanos
cargados con patatas y pimientos.

Se pierde el sonido de cascos
en lo que ladra un perro,
en lo que canta un gallo
y una trifulca de pinzones
se disputa los hilos descarnados
de un hueso de pavía.


Sortea los sentidos
un mestizaje de aromas
en el rellano de la escalera,
se hace saliva
la tardanza desmayada
de las horas.


La radio da el parte,
un hilo de agua
va llenando el balde.
Reblandecida y escurridiza,
la pastilla de jabón Lagarto
se zambulle en la pila de granito
huyendo de un estropajo de esparto.





Ya casi vencida la hora de la siesta
arrumba interminable el mercancías
el líquido horizonte turquesa
custodiado por zarzales
y se aleja, bocanada intermitente,
tiznando las ramas
de una higuera bravía.




Asoman de los portales
caras de niños sin escuela,
mujeres con labores de costura
hacen corrillo y charlan.
Echan fresco los delantales,
ellas
sentadas en sillas bajas de anea.

Pronto las retahílas,
las suertes al pinto pinto…

Colorido bullicio hace la calle
juego y desafío





A eso de la tibia luz
Noroeste hechizado
recorre ladera abajo
el vello rubio de las espigas,
sarpullidos amapola
densos, de un calor oscuro
sólido
de manos transparentes
que se agarra a la ropa
alborota los flequillos sudorosos
repasa las rodillas sucias
y acaricia con mimo los chichones.


Y a la fresca,
los pájaros se han ido a dormir.
Todos los pájaros.
El pespunte plateado
de la noche, derrama silencio
a donde el alma quiere.

Las hélices esbeltas de la brisa
mecen sueños agitados,
y el parpadeo nocturno de los grillos
va ensortijando la noche.
Antífona misteriosa,el canto
que acompasa la espera,
enferma de infinito la alegría
centellea
junto a la ventana.

domingo, 5 de octubre de 2008

Obstinato




Mi ternura es otra,
es mujer que apenas reconozco.
Viene noroeste
como la magia de un cuento,
va de azul ultramar
dando un aire verde que lo arrastra todo
y aunque de paso
siempre
es celosa con la tierra que pisa.

Entra y sale de mi casa
aventando a su antojo,
incendiando mis papeles
y porque es así,
que todo lo vuelve arrumbamiento,
huye de si misma
como los silencios hondos
sacudiéndose inmundicias
de espanto tenaz y sin remedio.

Yo se que es la misma tristeza
lo que esparce como flores marchitas

y está sola
y se defiende
y está sola…
como lo estamos todos.

No oculto que tenemos diferencias
y todo lo que escribo en este blanco
es todo lo otro, solícito alivio,
de mi bellísima otra,
en esta vigilia de lo propio arrebatado.

Y en lugar de servir para algo
y no solo de insomnio este desamparo
debo seguir muriendo, hasta su muerte.
Quizá algo más que eso,
dejarla
dejarla envejecer sin maldad
que entre, sacudiéndose tormentas
que todo lo ponga perdido de ausencia
y se busque cualquier pretexto loco
para evaporarse en la niebla.

Me viene, hay días, una gana
de odiar su bálsamo subjuntivo
su catástrofe tranquila…
de odiarla, sí,
con todo mi afecto.

sábado, 4 de octubre de 2008

Llegar a tiempo




Sólo con ver
cómo una lágrima
cristaliza las añoranzas
resquebrajadas.

Sólo con escuchar
esa soledad que si se sabe
deshojar el otoño
con la sabiduría del viento.

Sólo vacío de minutos ese pulso,
sólo a golpe de amor en cada miedo
es cuando la vida
tiene tiempo.



miércoles, 1 de octubre de 2008

Para una musa de bella voz...que tiene por nombre "flor de azúcar"




Si es otoño, la piel advierte
una brisa azul índigo
que embalsama la tierra
con el aroma ácido y dulce
de las hojas húmedas.

No muy lejos de casa
descubrí un arriate,
al abrigo de una pared desencalada,
como baluarte en ruinas.
Entre la maleza yacen desvencijadas
algunas piedras grisáceas
parcheadas de esponjoso musgo
repartidas al azar, semiocultas,
en la maraña de broza y descuido.

Y sin embargo, ajenos a la desolación,
crecen dos rosales leñosos,
arracimadas sus rosas tardías
como encajes delicados
que llegando octubre buscarán el sol,
mordisqueadas de amarillo sus borduras
cuando el rocío afila los dientes.

Casi de puntillas sobre un altar mineral,
detenido en gris
no cesan de brotar nuevos capullos,
exhalan un hondo aroma intenso
a desafío.

Su breve terciopelo
desviste velos como láminas ardientes
de incandescente secreto,
salpicando notas vigorosas
como el sonido de campanas gruesas,
da capo de una sinfonía tenaz
el hálito envolvente de los solsticios.

Nacidas alijo de un sol debilitado,
sus pétalos abiertos, al mirarme indagadores
me hacen bajar los ojos…casi cerrarlos.

Pienso que para escucharlas mejor
cuando te pienso,
flor de azúcar que te nombra,
multiplicando la sensación de florecer
de hacer florecer lo que tocas
y seguir floreciendo…

Y te escucho
acompasar esa respiración
que apura el aire en un abrazo
de vocales que se abren volutas de viento
para que otros las respiren…

Y casi te respiro
bajo la piel de las palabras
que apenas son,
más que rasguños.